GRACIAS POR ESTAR AQUÍ...

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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.
“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

“
"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

lunes, junio 30, 2014

ES DIPUTADO NACIONAL Y EX VICEPRESIDENTE, REALIZO UN ACTO JURÍDICO QUE PUEDE TOMARSE COMO RECONOCIMIENTO DE SOBERANÍA INGLESA O KELPER: COBOS EN MALVINAS.

UN IDIOTA IMPORTANTE: POR UNA FOTITO DE CAMPAÑA ESTE ZANGANO, AL HACERSE SELLAR EL PASAPORTE (AUNQUE FUERA COMO TURISTA) ES DIPUTADO NACIONAL Y EX VICEPRESIDENTE, REALIZO UN ACTO JURÍDICO QUE PUEDE TOMARSE COMO RECONOCIMIENTO DE SOBERANÍA INGLESA O KELPER. ES REALMENTE LAMENTABLE. OJALA LE INICIEN LA CAUSA JUDICIAL QUE MERECE. 
Comentario sensato del Sr. Pepe Muñoz Azpiri en facebook.

Ahora la noticia.

Viaje relámpago de Julio Cobos a las Islas Malvinas

El diputado develó su viaje a través de las redes sociales; llegó como turista, en misión no oficial, para rendir homenaje a los caídos.
Esta es la primera vez que un ex Vicepresidente llega a las Islas luego de la guerra de 1982 para "rendir homenaje a nuestros héroes", según publicó en su cuenta de Twitter. Allí visitará en cementerio de Darwin, donde visitará la tumba de uno de sus ex compañeros del Liceo Militar que cayó en combate.
La movida de Cobos fue sorpresiva y se produce al mismo tiempo que Argentina le pidió al Consejo de Seguridad de la ONU que se retome el diálogo con Inglaterra para discutir sobre la soberanía del archipiélago. La viaje sería en abril, pero se postergó hasta hoy.
El precandidato presidencial de Frente Amplio UNEN viajó junto a un veterano, el teniente retirado José Duarte, su secretario privado y un asesor de prensa. Su retorno a Buenos Aires lo emprenderá el próximo 5 de julio.

http://www.lanacion.com.ar/1705648-viaje-relampago-del-julio-cobos-a-las-islas-malvinas

Lunes, 30 de junio de 2014

Polémica por el viaje de Julio Cobos a Malvinas y por haber ido acompañado de un excarapintada

El candidato a presidente publicó su viaje en las redes sociales. Desde cancillería consideraron como un error el viaje ya que implica un reconocimiento de ese territorio a Inglaterra.

 Con el telón de fondo de la campaña por la candidatura presidencial del Frente Amplio UNEN (FAU), el ex vicepresidente y diputado de la UCR, Julio Cleto Cobos, viajó a las Islas Malvinas.
Llegó el sábado pasado y, el domingo, visitó el cementerio de Darwin, en el que están enterrados 237 combatientes argentinos que cayeron en la guerra que se libró en el archipiélago, en 1982, contra el Reino Unido.
El ex vice utilizó las redes sociales para difundir su viaje. Ayer, luego de su visita al cementerio, subió una foto en su cuenta de Twitter, en la que se lo veía junto a un hombre de pelo blanco, con gorra negra, y de abrigada campera roja. "Con el ex combatiente José Duarte, en Darwin", escribió.
Hay un pequeño dato que omitió el tuit del ex vice. Según un informe del Centro de Estudio Legales y Sociales, (CELS), Duarte participó del alzamiento carapintada que lideró Aldo Rico, en 1987, contra el gobierno radical de Raúl Alfonsín, y que desembocó en la sanción de las denominadas leyes de impunidad.
Duarte también declaró como testigo en la causa por delitos de Lesa Humanidad cometidos en el Regimiento de Infantería número nueve. El muro de Facebook fue un espacio que el diputado de la UCR también usó para hablar de su vista a las Islas.
Allí escribió que él era "plenamente consciente que no hay otro camino que el de la paz y la diplomacia" para recuperar la soberanía y que, por eso, respetaba "todos los esfuerzos hechos por los sucesivos gobiernos de la democracia para que, por medio del diálogo y la intervención de los organismos internacionales, se logre para Malvinas el destino que todos deseamos". El precandidato presidencial remarcó que para cualquier dirigente que aspire a llegar a la primera magistratura, la cuestión Malvinas es un tema central. "Por eso siempre consideré indispensable estar aquí, conocer su territorio, su clima, su costumbre y rendir homenaje a nuestros soldados, que dieron su vida por ellas", aseveró.
"Además de sortear la hostilidad climática, combatieron en forma heroica, en situaciones de desventaja desde el punto de vista del poderío bélico y tecnológico –agregó el ex vice–. Viene a mi cabeza la imagen de soldados resistiendo en las trincheras, pilotos arriesgando sus vidas, volando bajo para evitar radares. Y el recuerdo doloroso del hundimiento del Belgrano." Hubo algunas posturas muy críticas respecto el viaje del diputado.
Desde el Centro de Ex Combatientes de las Islas Malvinas, (CECIM), Ernesto Alonso, secretario de Relaciones Institucionales del organismo, le dijo a Tiempo Argentino: "Es preocupante que un precandidato presidencial llegue a las Malvinas y no haga ningún comentario sobre el proceso de militarización que es absolutamente visible. Hasta ahora sólo hizo mención a su deseo de conocer el lugar, el clima y las costumbres, pero nada más."
Por su parte, en el entorno del diputado, aseguraron que el viaje no tiene el más mínimo carácter oficial. "Se fue con la hija y con la nieta", remarcaron, para ilustrar lo "personal" de la visita. La visión que tuvo la Cancillería argentina, consultada por este diario, fue muy diferente. "Es un gravísimo error", remarcó un alto funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores, que pidió estricto off the record para "no mostrar fisuras frente a este tema, que es una política de Estado". "Aunque no tenga reuniones con autoridades de las Islas, el sólo hecho de haber ido implica un reconocimiento de ese territorio. Está violando la declaración de Ushuaia, que él mismo firmó, en la que todas las fuerzas políticas acordaron no reconocer a Malvinas como territorio extranjero."
Fuente: Tiempo Argentino. Publicado en diario Uno de Mendoza.
 

domingo, junio 29, 2014

EL 29 DE JUNIO DE 1900 NACÍA ANTOINE DE SAINT EXUPÉRY. Autor de "El Principito".

“Si quieres construir un barco,
no pidas a los hombres
que busquen madera,
ni les órdenes,
ni dividas el trabajo.
En lugar de esto,
enseñales a añorar la
orilla del eterno mar.”
Antoine De Saint Exupery.

El 29 de junio de 1900 nacía en Lyon, Francia, Antoine de Saint Exupéry. Nacido en una familia noble de Lyon.

“Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya” decía Antoine de Saint Exupéry. 

Culminada la primera guerra mundial los aviones que ya no se utilizaban despertaron el interés comercial de un industrial francés que pensó trocar el correo, hasta entonces marítimo, en aéreo
Saint Exupéry llegó a la Argentina el 12 de octubre de 1929, junto con Jean Mermoz y Guillaumet, sus compañeros en la aviación. En Buenos Aires, donde conoció a la que más tarde sería su esposa, Consuelo Suncín, fue nombrado director de la Aeroposta Argentina, filial de la Aéropostale. Fue el fundador y primer piloto de la Aeroposta Argentina, la primera compañía de aviación del país.
No en vano, la rosa de El Principito es un homenaje de Saint-Exupéry a su esposa Consuelo Suncín-Sandoval Zeceña. Entabló con ella una relación tormentosa, separándose y reuniéndose a través de los años.
De la Argentina nuestra decía: “¡Qué bello país y cómo es de extraordinaria la Cordillera de los Andes! Me encontré a 6500 metros de altitud, en el nacimiento de una tormenta de nieve. Todos los picos lanzaban nieve como volcanes y me parecía que toda la montaña comenzaba a hervir…”

Residió en nuestra Argentina desde  1929 hasta los inicios de 1931. El primer vuelo se realizó el 20 de octubre de 1929, entre Buenos Aires y Comodoro Rivadavia. Las escalas fueron en San Antonio Oeste, cuyo Aeródromo lleva hoy el nombre de Saint Exupéry, Trelew,  San Julián, y voló hasta Río Gallegos, en Tierra del Fuego, dónde forjó la pista aérea más austral en su época.  Pretendía extender la línea hasta Punta Arenas pero las autoridades chilenas no lo autorizaron. Durante su estadía, en la tierras argentinas, escribió "Vuelo nocturno", que fue publicada en 1932.
A partir de 1943, pidió incorporarse a las fuerzas francesas en África del Norte y retomó las misiones desde Cerdeña y Córcega. En el transcurso de una de ellas, el 31 de julio de 1944, su avión desapareció en el Mediterráneo.

sábado, junio 28, 2014

Ezra Weston Loomis Pound, políticamente "incorrecto".

Ezra Weston Loomis Pound nació un 30 de Octubre de 1885, en Hailey – Idaho – como hijo único de Homer Loomis Pound e Isabel Weston. Después de recibir una educación primaria en instituciones particulares, a los 13 años ingresó a la Academia Militar de Cheltenham en la que permaneció hasta los 15 luego de lo cual fue admitido en el College of Liberal Arts de la Universidad de Pennsylvania en 1901. En el ínterin, también a los 13, tuvo la oportunidad de hacer un viaje de tres meses con su madre y su tía por Europa, visitando Inglaterra, Bélgica, Alemania, Suiza e Italia.
Volvió a hacer otra gira de tres meses por Europa en 1902 para luego ingresar al Hamilton College del condado de Oneida, en el estado de Nueva York. Allí estudió el dialecto provenzal y la Divina Comedia de Dante con William Pierce Shepard, constituyendo lo segundo muy posiblemente el impulso inicial que lo incitó a escribir su obra más conocida: los Cantos (o Cantares como quería que fuesen llamados en español).
Se graduó como Licenciado en Filosofía en 1905 y regresó a la Universidad de Pennsylvania para estudiar las lenguas romances con Hugo Rennert, absolviendo su Maestría en Artes en 1906. Se inscribió luego para un doctorado en filosofía y obtuvo una beca para realizar viajes de estudio con la cual viajó a Madrid pasando casi un mes realizando trabajos de investigación sobre Lope de Vega. De Madrid se trasladó a la Sorbona de París, de allí viajó a Londres y regresó finalmente a los EE.UU. Al año siguiente tuvo un entredicho con Felix Schelling, el titular de la cátedra de inglés, y abandonó la universidad sin terminar su doctorado. Después de aceptar un puesto docente en el Wabash College de Crawfordsville, Indiana, – que en algún momento describiría como "el sexto círculo del infierno" – y algunos escandaletes relacionados con diversas mujeres, dejó Crawfordsville para regresar a Europa.
Desembarcó en Gibraltar en Abril de 1908 con 80 dólares en el bolsillo. Ganó algún dinero como guía de turismo y enviando algunos de sus escritos al Harper's Magazine. Unos meses después estaba viviendo en Venecia y publicaba por cuenta propia su primer libro de poemas, A Lume Spento (Con Cirios Apagados).
En Agosto se mudó a Londres – llegando esta vez con apenas 3 libras en su haber – donde se quedaría a vivir por 12 años y donde, a poco de llegar, trabó una duradera amistad con William Butler Yeats.
En 1909 ya era conocido y apreciado en los círculos literarios ingleses. Durante el año siguiente publicó tres libros – Personae, Exultations y The Spirit of Romance – con marcado éxito. Aparte de ello, también colaboró con varias publicaciones escribiendo reseñas y críticas. Tal como lo señalara T.S. Eliot tiempo después: "Durante una década crucial en la historia de la literatura moderna, aproximadamente entre 1912 y 1922, Pound fue el más influyente y de alguna forma el mejor crítico en Inglaterra y en América".
En 1912 ayudó a crear un movimiento que dio en llamarse "Imagism". La idea impulsora de este movimiento fue la de elaborar un lenguaje literario más directo que el que había impregnado la poesía romántica y victoriana. Acompañado por otros autores tales como William Carlos Williams, Amy Lowell, Richard Aldington y Hilda Doolittle, el movimiento se centró en la búsqueda de la precisión expresiva y en la economía de los términos. Ezra Pound lo formularía diciendo: "No vuelvan a decir en verso mediocre lo que ya ha sido dicho en buena prosa" y "No usen palabras superfluas ni adjetivos que no signifiquen algo".
Una de las características más notables y destacadas de Pound fue su increíblemente amplia generosidad para con otros escritores; un rasgo de su personalidad que no solo lo enaltece sino que, llegado el momento y como veremos más adelante, hasta muy probablemente le salvó la vida. Su influencia concreta se extendió mucho más allá de su propia producción literaria.
Tenía, por de pronto, una gran capacidad para descubrir el talento en otras personas y constantemente promocionaba a escritores cuyas obras estimaba como valiosas. Ayudó y promocionó a poetas como Robert Frost y D.H. Lawrence, además de ser el editor y gran amigo de T.S. Eliot. De hecho, el que publicó "The Waste Land" de T.S. Eliot – que es probablemente uno de los poemas más significativos de la época del modernismo inglés – fue Ezra Pound. Pero su círculo de amistades incluyó también al novelista irlandés James Joyce a quien ayudó a publicar y a hacer conocer sus obras. Durante los peores años de Joyce, Pound incluso lo ayudó financieramente y existe una anécdota según la cual le consiguió un par de zapatos usados cuando el irlandés quedó tan en bancarrota que se había quedado hasta sin calzado. En 1925 Hemingway escribiría sobre Pound: "Defiende a sus amigos cuando son atacados, los mete en revistas y los saca de la cárcel … Escribe artículos sobre ellos. Los presenta a mujeres ricas. Consigue editores que aceptan sus libros. Se queda sentado con ellos durante toda la noche cuando se sienten morir … les adelanta el dinero para gastos de hospital y los disuade del suicidio".
Paralelamente, la propia obra de Pound siguió creciendo. Durante los años inmediatamente posteriores a la Primera Guerra Mundial aparecieron dos de sus obras más destacadas: "Homage to Sextus Propertius" y "Hugh Selwyn Mauberley". En la segunda de las mencionadas, compuesta de 18 poemas y publicada en 1920, aparece por primera vez en la obra de Pound el concepto de la usura y una ácida crítica al sistema socioeconómico imperante. La guerra, aun cuando no participara directamente de ella como otros poetas y escritores, demolió en Pound la fe en la dirección que los vencedores le estaban imponiendo a Occidente. Hacia fines de 1920 decidió que Londres ya no era el lugar para él y se trasladó a París.
En París se hizo pronto amigo de personalidades como Marcel Duchamp, Tristan Tzara, Fernand Léger y Ernest Hemingway. Publicó "Poems 1918-1921" y en 1922 Eliot le envió el manuscrito de "The Waste Land" al que llenó de tachaduras y comentarios en tinta azul por lo que Eliot escribiría después: "Me atrae pensar que el manuscrito, con los pasajes suprimidos, había desaparecido irrecuperablemente. No obstante, por el otro lado, quisiera que las correcciones en azul fuesen preservadas como prueba irrefutable del genio crítico de Pound".
En su constante afán por ayudar, convenció al abogado neoyorquino John Quinn a financiar el Transatlantic Review, la revista literaria de John Madox Ford.  Por otra parte, trabó una amistad muy sólida con Hemmingway con quién recorrió Italia en 1923 y lo ayudó a relacionarse con Lewis, Ford y Joyce. 
Como retribución, Hemmingway trató (infructuosamente) de enseñarle a boxear.
En 1924 se cansó del ambiente de París y decidió cambiar de aires nuevamente. Esta vez se dirigió a Italia y se estableció en Rapallo, ciudad en la que residiría durante los siguientes 20 años. Allí, su vida cambió de un modo bastante sustancial: en 1925, de su relación con la violinista Olga Rudge, le nacería su hija María y al año siguiente su hijo Omar, de su esposa Dorothy Shakespear. En lo que a su producción literaria se refiere, Pound se concentró en sus Cantos, una muy ambiciosa y larga serie de poesías sobre la que venía trabajando desde 1915, y que él mismo describió alguna vez como su "poema que incluye Historia". La primera sección del poema se publicó en 1925 y en ella ya queda en evidencia la creciente preocupación de Pound por los temas económicos y por la inestabilidad financiera surgida como consecuencia de las secuelas de la Primera Guerra Mundial. Más tarde aparecerían las continuaciones: "Eleven New Cantos" en 1934; "The Fitfth Decade of Cantos" en 1937 y "Cantos LII-LXXI" en 1940.
Su inquietud por los problemas económicos y sociales de su tiempo lo llevó a profundizar en el tema. Se familiarizó con la teoría del "Social Credit" (Crédito Social) elaborada por Clifford Hugh Douglas según la cual la mala distribución de la riqueza se debía a un poder de compra insuficiente por parte de quienes producían los bienes y los servicios siendo que quienes los producían eran, al mismo tiempo, los consumidores de los mismos. En otras palabras: la totalidad de los ingresos de los productores no alcanzaba para comprar los bienes y servicios que ellos mismos producían. Por otra parte, sus propias observaciones también llevaron a Pound a la conclusión que en todas partes imperaba una injusticia promovida y sustentada por banqueros cuyas manipulaciones financieras conducían a guerras y conflictos.
Todas estas consideraciones, unidas a la experiencia directa de vivir en la Italia fascista, lo llevaron a juzgar a Mussolini y al fascismo de los años '20 en términos positivos.
No fue el único.
Dirigiéndose a una delegación de socialistas italianos luego de la Marcha Sobre Roma de Mussolini, Lenin se lamentaba en 1922 recordando los orígenes socialistas de Mussolini: "Es un desperdicio que hayamos perdido a Mussolini. Es un hombre de primera categoría que hubiera llevado nuestro partido al poder en Italia".
Desde la vereda de enfrente, cinco años después, nada menos que Churchill le manifestaba al Duce: "Si fuera italiano, estoy seguro de que habría estado de todo corazón con usted desde el principio hasta el final en su triunfante lucha contra los bestiales apetitos y pasiones del leninismo.
En 1933 Sigmund Freud le envió a Mussolini un ejemplar del libro "Warum Krieg?" (¿Por qué guerra?) que había escrito conjuntamente con Albert Einstein incluyendo una dedicatoria que rezaba: "A Benito Mussolini de parte de un viejo que saluda en el gobernante al Héroe de la Cultura".
Franklin D. Roosevelt en un mensaje a su embajador en Italia, Breckinridge Long, concedería: "Parece no haber duda alguna que (Mussolini) está interesado en lo que estamos haciendo y estoy muy interesado y profundamente impresionado por lo que ha logrado y por su evidentemente honesto propósito de restaurar a Italia" para agregar además: "No me importa decirle confidencialmente que me mantengo bastante estrechamente en contacto con ese admirable caballero italiano".

Las apreciaciones favorables a Mussolini y al fascismo podrían citarse por docenas. Por supuesto: todas ellas anteriores a la Segunda Guerra Mundial … Como se dice habitualmente, muy pocos intelectuales y muy pocos políticos resisten un archivo. Porque con el correr del tiempo y las conveniencias del momento, las opiniones dieron un giro de ciento ochenta grados y finalmente se volvieron "políticamente correctas". Obviamente.
No fue el caso de Ezra Pound. Una vez persuadido de los aspectos positivos del fascismo italiano – aunque sin pertenecer al partido y sin participar directamente en forma activa de la política italiana – Pound se mantuvo firme en sus convicciones. El 30 de Enero de 1933, el mismo día en que Hitler ascendía al poder en Alemania, Pound se entrevistó con Mussolini. Luego, ese mismo año publicaría su "ABC of Economics" (El ABC de la Economía) seguido por "ABC of Reading" (El ABC de la Lectura) en 1934; "Social Credit: an impact" (Crédito Social: un impacto) en 1935; "Jefferson and/or Musolini" (Jefferson y/o Mussolini) en 1936.
Con el tiempo y en realidad, su mensaje político se concentró casi solo en dos cosas: en el sistema socioeconómico injusto y en la guerra que este sistema había traído consigo. Precisamente para tratar de mantener a su propio país fuera de la guerra viajó en 1939 a los EE.UU. Demás está decir que, a pesar del fuerte movimiento antibélico existente en los EE.UU. y a pesar de que Pound se entrevistó con varios legisladores y concedió toda una serie de entrevistas periodísticas, no fue escuchado en los niveles superiores del gobierno norteamericano que impulsaban la política exterior en una dirección diametralmente opuesta y que terminarían permitiendo – y quizás hasta provocando – el ataque japonés a Pearl Harbor para justificar el ingreso de los EE.UU. a la Segunda Guerra Mundial. Con todo, durante su estadía obtuvo al menos un reconocimiento: el Hamilton College, dónde había obtenido la licenciatura en filosofía 34 años antes, le concedió el título de doctor honoris causa el 12 de Junio de 1939.
Tras volver a Italia, Pound, hacia 1940, había escrito una impresionante cantidad de cartas y había presentado sus ideas en cientos de artículos en los que una y otra vez insistía sobre un punto central: la crítica al sistema económico usurario impulsado exclusivamente por la usura para el cual la guerra era simplemente un gran negocio. En esto, su gran preocupación – uno casi estaría tentado a decir: su obsesión – desde 1939 en adelante fue hallar un modo de evitar que su país, los EE.UU., fuesen arrastrados a la guerra en Europa. Y además, desde el momento en que – tanto al frente de este sistema como en la generación que disparara la revolución bolchevique, así como por añadidura en gran parte de la literatura de la época – apareciesen constantemente los nombres de Rothschild, Trotsky, Morgenthau, Zinoviev, Lehman, Radek, Warburg, Schiff, Baruch y muchísimos otros, resultó poco menos que inevitable que Pound se topara también con la cuestión judía tal como lo habían hecho muchos antes que él, Winston Churchill incluido. 
Todo esto quedó luego reflejado en los mensajes radiofónicos que transmitió desde Roma durante la Segunda Guerra Mundial y que casi terminaron costándole la vida. 
No le fue fácil acceder a los micrófonos de Radio Roma. Comenzó escribiendo artículos para la radio hacia fines de 1940. Los primeros no fueron leídos por él sino por los locutores habituales de la emisora. A partir de Enero de 1941 pudo grabar sus propios mensajes que fueron transmitidos en un promedio de dos por semana. Por regla general, los escribía en su casa, en Rapallo, y viajaba a Roma para grabarlos en series de diez o veinte alocuciones a la vez. Recopilaba la información de fuentes muy diversas: de las transmisiones radiales y de las publicaciones italianas, de estaciones extranjeras – principalmente de la BBC inglesa que podía sintonizar en su propia radio – de conversaciones con amigos, funcionarios, viajeros; de cartas de los amigos que siguieron viviendo en los EE.UU. y otros países; y de su propia biblioteca que incluía números anteriores de varios periódicos.
La mayor parte de sus mensajes se dirigió a la audiencia norteamericana, aunque también transmitió para la inglesa y, en ocasiones, para ambas. Está comprobado que en los EE.UU. lo escuchaban las autoridades y prueba de ello son las transcripciones de la FCC (Federal Communications Commision = Comisión Federal de Comunicaciones) que incluso dieron lugar, en Abril de 1942, a que el FBI, a pedido del Departamento de Justicia norteamericano, iniciara una investigación para determinar el posible alcance de su audiencia en los EE.UU.
A partir de fines de Enero de 1942 – es decir, después de Pearl Harbor y con los EE.UU. ya implicados abiertamente en la guerra – las transmisiones radiales de los mensajes de Pound desde Radio Roma fueron precedidas de la siguiente declaración que él mismo había redactado y que las autoridades fascistas habían aceptado:
"Radio Roma, actuando de acuerdo con la política fascista de libertad intelectual y de libre expresión de opiniones por parte de quienes están calificados para tenerlas, le ha ofrecido al Dr. Ezra Pound la utilización de este micrófono dos veces por semana. Queda entendido que no se le pedirá decir nada en absoluto que vaya en contra de su conciencia, ni tampoco cualquier cosa que sea incompatible con sus deberes como ciudadano de los Estados Unidos de América."
En total, Pound transmitió más de 120 mensajes a través de Radio Roma, siendo que, en realidad, es casi imposible establecer con precisión el número exacto de sus alocuciones. En todo caso, siguió transmitiendo y escribiendo – a veces bajo seudónimo – en los últimos tiempos por lo menos ocasionalmente, hasta Abril de 1945.
El 2 de Mayo de 1945 – apenas unos días después de que Mussolini fuera fusilado y su cuerpo colgado cabeza abajo para exhibición pública en la plaza Loreto de Milán  – Ezra Pound estaba solo en su casa de Rapallo. Una patrulla de partisanos antifascistas ingresó a la vivienda dándole tiempo solamente para meterse una copia de Confucio y un diccionario chino en su bolsillo luego de lo cual lo llevaron a Chiavari. Lo soltaron, sin embargo, con lo que finalmente Pound, no teniendo realmente adonde ir y sabiendo que la clandestinidad no sería ninguna solución viable para él, se entregó a las autoridades militares norteamericanas en el pueblo de Lavagna.
Al principio, los militares no tuvieron ni idea de quién era ese sujeto algo extraño que les había caído poco menos que del cielo. Solamente después de recibir toda una serie de histéricos cables procedentes de Washington llegaron a la conclusión de que, fuera quien fuera, el sujeto debía ser "peligroso". Consecuentemente, lo trasladaron al Centro Disciplinario de las Fuerzas Armadas norteamericanas cerca de Pisa en donde mantenían prisioneros a soldados norteamericanos acusados de asesinato, violaciones y otros crímenes graves.
Las jaulas al aire libre en una de las cuales estuvo encerrado Ezra Pound.
Lo encerraron durante tres semanas enteras en una jaula de alambre tejido con un espacio de 1,80 x 2 metros, a la intemperie, con la prohibición de hablar con nadie, con potentes reflectores iluminándolo durante toda la noche, sin colchón, durmiendo sobre el piso de cemento y con solamente una delgada manta para cubrirse. Terminó física y mentalmente destruido a tal punto que tuvieron que trasladarlo a una unidad médica para mantenerlo con vida. Allí, si bien lo alojaron en una carpa primitiva, al menos le permitieron una mayor libertad de movimientos y pronto el personal del centro se acostumbró a la figura del algo estrafalario pero inofensivo prisionero que ayudaba a los soldados a escribir las cartas que enviaban a sus familiares y que por las tardes se sentaba a la máquina de escribir en la farmacia del centro médico a escribir poesías. Así comenzaron a nacer sus The Pisan Cantos o Cantos de Pisa.
En Noviembre de 1945, después de casi 7 meses, decidieron por fin enviarlo detenido a los Estados Unidos en dónde lo acusaron de traición a la patria por sus mensajes radiales desde Roma.
La acusación conllevaba la posibilidad cierta de una sentencia a muerte y frente a la misma, jurídicamente, Pound podía tener tres líneas de defensa posibles. Una de ellas hubiera sido sostener que era un poeta y que los poetas gozan de ciertas licencias por lo que no están tan estrictamente sujetos a las mismas normas que las personas comunes. La segunda podría haber sido afirmar que había tenido razón en todo lo que había dicho; que la traición al pueblo norteamericano no la había cometido él sino los funcionarios de la Casa Blanca que habían arrastrado al país a una guerra europea en la que los EE.UU. no tenían nada que hacer. Finalmente, la tercera estrategia defensiva – y que Pound estaba dispuesto a seguir – hubiera podido ser la de sostener que, al hablar por radio, no había hecho más que ejercer sus derechos garantizados por la Primer Enmienda a la Constitución Norteamericana.
Pero, para 1945, finalizada la Segunda Guerra Mundial, la propaganda bélica ya había surtido efecto sobre los norteamericanos. La gran mayoría de los amigos de Pound estaba convencida, y con razón, de que cualquiera de esas tres estrategias defensivas terminaría siendo un tiro por la culata y que el jurado se hallaría más que dispuesto a condenarlo a muerte. Hemingway fue el primero en sugerir que Pound podía llegar a ser declarado inimputable porque estaba "obviamente loco". La idea prendió en su abogado defensor, Julien Cornell, porque, al fin y al cabo, ¿acaso no hay que estar un poco loco para ser poeta?; ¿qué gran poeta, de todos los que ha conocido la literatura universal, ha estado realmente en sus cabales?
Por orden del juez interviniente, Pound fue sometido a un examen psiquiátrico. El examen fue llevado a cabo por cuatro psiquiatras entre los cuales el más conocido era el Dr. Winfred Overholser, jefe del hospital psiquiátrico St. Elisabeth de Washington. Al final del examen, los psiquiatras firmaron un informe redactado por Overholser que presentaba a Pound como excéntrico, disperso, poseído de delirio de grandeza, y que concluía calificándolo de: "mentalmente incapacitado para asesorarse adecuadamente con su abogado defensor o para participar de manera razonable y de forma inteligente en su propia defensa. En otras palabras, es insano."
No fueron pocos los que estuvieron en desacuerdo con el veredicto no demasiado detalladamente fundamentado de los psiquiatras. De hecho, quienes visitaron a Pound con posterioridad no detectaron nada anormal en su comportamiento. Pero la decisión final la tomó el jurado que el 13 de Febrero de 1946 consideró el caso. A pesar de toda la bombástica publicidad que lo precedió, el juicio transcurrió sin mayores sobresaltos, sin grandes torneos de oratoria y sin multiplicidad de argucias legales. La impresión general fue que la fiscalía no estaba en absoluto entusiasmada por atacar el testimonio de los psiquiatras sabiendo, como tenía que saber, que no ganaría grandes laureles disparando con artillería pesada sobre un poeta acusado de traición por el mero hecho de haber hablado por radio.
Por otra parte, también existían varios problemas legales que amenazaban con complicar el caso. Por ejemplo, si bien decenas de miles de personas habían escuchado las transmisiones de Pound, no había testigos en la sala que pudiesen testimoniar que había sido efectivamente él quien las había emitido. Los únicos que podrían haberlo hecho hubieran sido los técnicos italianos de la radio que se hallaban a miles de kilómetros de distancia y a quienes nadie se había tomado el trabajo de convocar. Además, estos testigos tendrían que haber recordado sucesos de hacía tres a cinco años atrás y, al ser italianos, de todos modos muy probablemente no hubieran podido entender ni una sola palabra de las pronunciadas por Pound en inglés. Por añadidura, los documentos que le fueron secuestrados a Pound luego de su arresto lo fueron "manu militari", sin una orden judicial en regla y, por consiguiente, al abogado defensor Julien Cornell no le hubiera costado mucho lograr que se los descartara por completo.
Sea como fuere, lo concreto es que Ezra Pound se mantuvo en silencio durante la mayor parte del juicio y el jurado, después de escuchar el informe de los psiquiatras y el relato de los hechos, lo declaró inimputable después de una deliberación de menos de cinco minutos. "Cornell me salvó la vida", fue el lacónico comentario de Pound. Quizás se equivocaba un poco: hay buenos argumentos para sostener que quien realmente le salvó la vida fue el Dr. Overholser: Ezra Pound quedaría durante 12 años encerrado en el nosocomio de St. Elisabeth dirigido por este psiquiatra.
Por aquella época, el Hospital St. Elisabeth estaba alojado en un viejo y muy mal mantenido edificio. Hacinado y con escaso personal; algunos pacientes dormían hasta en los pasillos. Quienes lo visitaron coinciden unánimemente en que el ambiente del lugar era opresivo, con un ruido infernal, y pacientes deambulando sin rumbo fijo por todas partes. Sin embargo, Pound se recuperó rápidamente y no solo cooperó con el personal médico sino que hasta se ganó la simpatía de los demás pacientes. "No tengo problemas con los locos" – solía decir – "es a los estúpidos a los que no puedo soportar". Para él St. Elisabeth resultó un lugar tan bueno como cualquier otro y, es más, hasta llegó a brindarle ciertas ventajas. Por primera vez en su vida se hallaba libre de problemas económicos, tenía cama y comida gratis mientras sus derechos de autor se acumulaban en el banco, podía jugar al ajedrez y al tenis, pasear por el parque, hablar hasta por los codos y, no en última instancia, tenía todo el tiempo del mundo para escribir lo que se le antojara.
Con el correr de los meses y los años consiguió que le asignaran una especie de habitación para él solo y su producción literaria llegó a ser más que notable. Escribió otros 25 Cantos, tradujo una obra de Confucio, trescientos antiguos poemas chinos, algunas páginas del diario de Mussolini y una tragedia de Sófocles. Produjo docenas de manifiestos y miles de cartas, todas sin firmar, no fuera cosa que alguien dudara de que una persona capaz de semejante producción estaba algo menos demente de lo que los doctores afirmaban que estaba. Entre quienes lo visitaron estuvo lo más selecto y granado del mundo literario norteamericano y varios centenares de jóvenes admiradores deseosos de escuchar la palabra del maestro.
Durante todo el tiempo que Pound estuvo en St. Elisabeth sus amigos no se resignaron a la situación y se mantuvieron activos. En 1948, James Laughlin, que lo había conocido en 1934 y vivido en su casa de Rapallo durante varios meses, publicó The Pisan Cantos, escritos durante el primer cautiverio de Pound en la cárcel militar norteamericana de Pisa. El hecho causó verdadera conmoción en el mundo literario norteamericano, dividiendo a admiradores y a detractores en una verdadera batalla campal de opiniones que no tardaron en volverse políticas. Y lo que sucedió después llevó el escándalo a límites insospechados.
Sucedió que buena parte de los amigos y admiradores de Pound eran miembros del Comité de Selección de la Librería del Congreso norteamericano, nombrados para adjudicar el entonces recientemente instituido Premio Bollingen que distinguiría el mejor libro de poesía norteamericana publicado el año anterior. El primero en ganar dicho premio en 1949 fue Ezra Pound, precisamente por The Pisan Cantos. Los legisladores norteamericanos se encontraron en  la ridícula situación de tener que otorgarle un premio a un poeta que solo tres años antes había estado a punto de ser condenado por traición y que en ese momento se hallaba encerrado en un manicomio. La situación se hizo tan insostenible que el Congreso de los EE.UU. tuvo que dar marcha atrás, declarar revocada la distinción y hasta renunciar a seguir concediendo el Premio Bollingen que, de allí en más, pasó a ser otorgado por la Universidad de Yale.
Pasaron los años y, después de que Pound cumpliera los 70, la situación se fue haciendo cada vez más insostenible. El problema, sin embargo, residía en que, mientras el Dr. Overholser enviara informes sobre él afirmando que seguía estando loco, Pound no podía abandonar St. Elisabeth. Pero, por otra parte, si lo declaraban curado lo que le esperaba con seguridad era otro juicio con final impredecible. Así las cosas, en 1957, dos viejos amigos de Ezra Pound, los poetas norteamericanos Robert Frost y Archibald McLeish, convencieron a la administración de Eisenhower de que no tenía ningún sentido mantener encerrado a un poeta septuagenario que, para colmo, empezaba a sonar como candidato al Premio Nobel de literatura. Y fue nuevamente el Dr. Overholser quien encontró la solución al dilema: presentó un documento en el cual declaraba a Pound "permanente e incurablemente insano" pero afirmando al mismo tiempo que no era peligroso y que mantenerlo en un hospital público representaba un gasto innecesario para los contribuyentes norteamericanos.

Eso funcionó. El 18 de Abril de 1958 la corte dejó caer la acusación de traición y el 7 de Mayo Ezra Pound abandonó el hospital. En su historia clínica la última anotación reza: "Condición al egreso: sin mejora."
Ezra Pound en Nápoles.
De alguna manera, era cierto: Pound no había "mejorado"; como que tampoco había cambiado. Después de una breve serie de visitas a sus amigos, se embarcó hacia Italia y al desembarcar en Nápoles, ante la pregunta de uno de los periodistas sobre cómo había soportado los 12 años de manicomio, respondió: "Todo Estados Unidos es un gran manicomio"… para despedirse luego de la gente de prensa con un elegante saludo fascista … Decididamente, no había "mejorado".
Viviría 15 años más y fallecería el Día de Todos los Santos, un 1° de Noviembre de 1972 en Venecia.
Del prologo:  EZRA POUND: AQUÍ LA VOZ DE EUROPA.

EZRA POUND: AQUÍ LA VOZ DE EUROPA.

Edición electrónica: 2012
http://www.laeditorialvirtual.com.ar

Traducción de Denes Martos

Cantar XLV

                                                                                  Con usura

Con usura no tiene el hombre casa de buena piedra
Con bien cortados bloques y dispuestos
de modo que el diseño lo cobije,
con usura no hay paraíso pintado para el hombre en los muros de su iglesia
harpes et lutz (arpas y laúdes)
o lugar donde la virgen reciba el mensaje
y su halo se proyecte por la grieta,
con usura
no se ve el hombre Gonzaga,
ni a su gente ni a sus concubinas
no se pinta un cuadro para que perdure ni para tenerlo en casa
sino para venderlo y pronto
con usura,
pecado contra la naturaleza,
es tu pan para siempre harapiento,
seco como papel, sin trigo de montaña,
sin la fuerte harina.
Con usura se hincha la línea
con usura nada está en su sitio (no hay límites precisos)
y nadie encuentra un lugar para su casa.
El picapedrero es apartado de la piedra
el tejedor es apartado del telar
con usura
no llega lana al mercado
no vale nada la oveja con usura.
Usura es un parásito
mella la aguja en manos de la doncella
y paraliza el talento del que hila. Pietro Lombardo
no vino por usura
Duccio no vino por usura
ni Pier della Francesca; no por usura Zuan Bellini
ni se pintó "La Calunnia”
No vino por usura Angélico; no vino Ambrogio Praedis,
no hubo iglesia de piedra con la firma: Adamo me fecit.
No por usura St. Trophime
no por usura St. Hilaire.
Usura oxida el cincel
Oxida la obra y al artesano
Corroe el hilo en el telar
Nadie hubiese aprendido a poner oro en su diseño;
Y el azur tiene una llaga con usura;
se queda sin bordar la tela.
No encuentra el esmeralda un Memling
Usura mata al niño en el útero
No deja que el joven corteje
Ha llevado la sequedad hasta la cama, y yace
entre la joven novia y su marido
Contra naturam
Ellos trajeron putas a Eleusis
Sientan cadáveres a su banquete
por mandato de usura.

Un Kennedy en defensa de los ríos patagónicos. El Futaleufú es uno de los ríos con pedido de preservación.

Robert F. Kennedy Jr. (sobrino del asesinado presidente de EE. UU.), se mostró esta semana "muy preocupado" ante la posibilidad de que avancen hidroeléctricas en los cursos de agua patagónicos. "El río Baker, el Pascua, el Futaleufú, el Puelo y el Cuervo son ríos que deben ser preservados", afirmó Kennedy. En principio se mostró "satisfecho" por la decisión chilena del 10 de junio, cuando el Comité de Ministros de Michelle Bachelet decidió rechazar la viabilidad del proyecto hidroeléctrico HidroAysén.
Kennedy hizo rafting en 2011 en el río Futaleufú (al sur de Esquel) y ahora insistió con que su preservación "es una prioridad, ya que es uno de los torrentes más notables que he visto". Recordó al respecto que "el nuevo grupo de Guardianes del Río Futaleufú (ONG a la cual apoya), está trabajando en salvaguardar al cauce de futuras represas, trabajando con las comunidades, tanto en Chile como en Argentina".
Valoró enseguida que "otros cauces, como el Puelo y el Cuervo, ya tienen proyectos hidroeléctricos en carpeta a pesar de la abrumadora resistencia de las comunidades. En Estados Unidos tenemos la ley de Ríos Salvajes y Escénicos, que otorga una protección permanente para los ríos, al tiempo que también permite las actividades económicas locales y recreativas. Otros países también tienen este tipo de leyes, pero en Chile no hay nada parecido, por lo cual ningún río está a salvo".
Desde su óptica, "cuando dejas que las empresas destruyan un río, ya no puedes volver atrás. Una represa altera profundamente los ecosistemas y la mayoría de esos daños son irreversibles".
HidroAysén "demuestra cuán lejos ha llegado Chile en términos de tener una ciudadanía activa y que es escuchada por el gobierno". (Fuente: revista "Qué pasa").
Publicado en Diario "Río Negro" (edición N° 23.669), sábado 28 de junio de 2014, página 32.

viernes, junio 27, 2014

1954 - 1956 / Excentricidades peronistas Memoria: el día en que Perón trepó los Andes.

Corrían los primeros días de febrero de 1954 cuando los preparativos del primer Festival de Cine de Mar del Plata fueron desplazados de los títulares de los diarios argentinos por una sorpresiva noticia que llegaba desde la Cordillera. Un grupo de militares argentinos había vencido la imponente y desafiante mole del cerro Aconcagua para colocar en su cima dos bustos. Uno de ellos, el de Juan Domingo Perón, y el otro, el de su fallecida esposa, Eva Perón.
Se trataba de una arriesgada y curiosa expedición de la que el próximo 6 de febrero se cumplirán precisamente cincuenta años.
¿Cómo surgió esta insólita iniciativa? ¿Quién fue el responsable de su realización? Estas son algunas de las preguntas que puede responder a LA NACION el suboficial mayor (r) Andrés López, precisamente el responsable de haber generado el proyecto. López, fanático peronista aún hoy ("cómo el primer día" --asegura--) se desempeñó como custodio del general Juan Domingo Perón entre 1951 y 1955, y lo acompañó luego en su exilio venezolano. A los 80 años, el suboficial retirado, de ojos claros y mirada fija, escrutadora, acompaña su relato con gestos marcados (que delatan, por supuesto, al militar de carrera). Una sonrisa gardeliana y la picardía porteña de muchas de sus anécdotas hacen su narración cautivante. Dejemos entonces que su propio relato nos transporte a aquellos ya lejanos tiempos de fanatismos exagerados pero, también, de ideales que no se claudicaban ni se canjeaban.
"La idea surgió así --cuenta--. Estaba yo en uno de esos días perdidos en la residencia (el palacio Unzué) y se me vino a la cabeza la idea de que podíamos hacerle un merecido homenaje a Perón y a su fallecida esposa, Eva, colocando en la cumbre del Aconcagua sus bustos. Debía viajar a Mendoza para organizar la partida, así que tuve que hablar con el general Perón para pedirle que me permitiera ausentarme de la residencia presidencial por tres o cuatro días para encontrarme con mis camaradas en ese destino. Esta charla tuvo lugar en presencia de Atilio Renzi, que era el intendente de la residencia, y de otro suboficial mayor. El general me permitió que viajara en avión a Mendoza, donde pude, sobre todo, conversar con el suboficial principal Felipe Aparicio (el responsable de la colocación de los refugios en el cerro Aconcagua) sobre las posibilidades y necesidades de la expedición. En seguida, Aparicio estuvo de acuerdo en realizarla si yo me encargaba de conseguir los medios en Buenos Aires."

"ESTO ES UNA LOCURA"

De regreso a la residencia presidencial, López conversó nuevamente con el general Perón y le terminó por confesar la causa de tanto misterio. "Mi general --le dije--, el viaje a la ciudad de Mendoza fue para encontrarme en Uspallata con camaradas suboficiales, porque vamos a organizar una expedición al Aconcagua para rendirle un homenaje a usted y a la señora Evita, colocando sus bustos en la cumbre del cerro. ?Ustedes están locos --dijo Perón-- ¿cómo se van a exponer a eso? Es una locura.´ ?Vea mi general --recalqué--, los muchachos ya lo decidieron y lo vamos a hacer.´?Bueno --concluyó Perón-- es cosa suya, pero considero que es una locura´".
El suboficial recuerda que luego del encuentro con el primer mandatario se quedó conversando con Atilio Renzi sobre las necesidades de la expedición. Allí mismo surgió la idea de contactar a Raúl Alejandro Apold, subsecretario de Informaciones de la Presidencia, para conseguir los bustos que colocarían en la cima. Este último los envió a la Casa Mancuso, que se encargaba de realizar todos los bustos de los que hacía profusión por entonces el régimen.
López señala que el busto de Perón era de duro aluminio, y que, junto al de Eva, pesaban más de 50 kilos. Eran desarmables, y sus fragmentos fueron colocados en cinco mochilas distintas de los miembros de la expedición. Una tarea peligrosa y adicional, entonces, consistía en armarlos en la cima misma del Aconcagua.
Además de los dos bustos, debían colocar en el lugar el distintivo peronista, la nómina de la expedición y las leyendas para la parte inferior de las figuras de metal. La inscripción de Perón, recuerda López, rezaba: "Al general Perón dedican los suboficiales del Ejército Argentino este esfuerzo, para que la cumbre más alta de América sirva de pedestal al más alto genio político del Continente. Este busto no será retirado como trofeo por las futuras expediciones, sino que debe permanecer en esta cima por los siglos de los siglos, para que el espíritu y las ideas del Conductor de la Nueva Argentina hermanen a los pueblos de América".
Veremos cómo, Revolución Libertadora mediante, esta última parte de la oración resultaría de muy fugaz cumplimiento.
La expedición se organizó aceleradamente y se logró incluso, mediante una gestión del mismo López, conseguir unos uniformes de alto vuelo (muy livianos y sumamente abrigados), que había adquirido por entonces la Fuerza Aérea y que, finalmente, se usaron muy poco.

PARTE LA MISIÓN

La partida se hizo el 28 de enero desde Puente del Inca. Se había elegido la estación posterior al deshielo. La expedición recibió el nombre de "Sargento Miguel Farina". "Se eligió ese nombre --recuerda el suboficial-- porque el 28 de septiembre de 1951, durante la sublevación de Benjamín Menéndez, Farina fue ultimado defendiendo al gobierno desde un tanque que no quiso rendir ante una columna revolucionaria. Además de realizar la ascensión y colocar los bustos, era objetivo de la expedición buscar los restos del sargento primero Elso Giraudo, desaparecido en una ascensión en enero de 1952".
Tras la partida desde Puente del Inca, la misión, integrada por veinte jóvenes suboficiales, fervientes amantes del andinismo todos, emprendió la ascensión. Estaba compuesto el equipo por el suboficial principal Felipe Aparicio (al mando del grupo), los sargentos ayudantes Marcelino Severo Arballo, Miguel Grifol, Andrés López, Mauricio Alberto Rossi, y Julio Vedela, además de los sargentos primeros Toribio Cecilio Zárate, Carlos Enrique Sosa, Angel Spetalieri, y los sargentos Aldo Saavedra y Hugo Cayetano Minardi. Todos ellos alcanzarían con éxito la cima del Aconcagua, recibiendo la medalla de oro "Al mérito". Se sumaban además a la partida el suboficial principal Carlos Alberto Rodríguez, el sargento ayudante Elías Enrique Olivera, los sargentos primeros Rodolfo O. Guarrochena, Rufino Ruiz, Luis Politti, Luis Barroeta, y los sargentos César Darvich, Juan Angel Aguerreberry y Dardo Adalberto Olivera, que también serían condecorados por sus esfuerzos.
La expedición se dividió en dos escalones, uno más experimentado y otro que necesitaba aclimatación. Llegaron primero a Plaza de Mulas, el 30 de enero. El suboficial Aparicio dirigió la marcha de los hombres, que el 1° de febrero alcanzaron el Refugio Eva Perón y posteriormente el refugio Teniente Plantamura (situado a 6400 metros de altura), donde dejaron los bustos desarmados de Perón y Eva. En las primeras horas del 3 de febrero se puso en marcha la acometida rumbo a la cima del Aconcagua, que fue alcanzada por el grupo de Aparicio a las 13 horas. Pudieron entonces dejar los bustos desarmados en la cima del cerro, pero debieron bajar inmediatamente al desatarse un violento temporal que complicó sus planes.
"Además de los bustos --aclara López-- llevábamos un pararrayos que yo hice confeccionar especialmente en el Arsenal, para que las descargas eléctricas no terminaran por hacer añicos las piezas recordatorias. Era rebatible, de tres metros que se podían reducir a uno."

UN PERRO NEGRO

Los integrantes de la expedición no llevaban con ellos tanques de oxígeno, así que al llegar a la cima del cerro (ubicada alrededor de los 6959 metros) tuvieron algunos problemas. "A esa altura --relata López--, a veces la mente nos jugaba una mala pasada. Así, por ejemplo, cuando ya veníamos de bajada, yo me sentía como borracho y me puse a protestar porque se me cruzaba un enorme perro negro. ?Sáquenme ese perro negro que me va a hacer caer´, dicen mis compañeros que gritaba. Por supuesto que el perro sólo estaba en mi imaginación, pero a mí me parecía terriblemente real. Algunos se largaban a reír, otros a llorar. Recuerdo que al flaco Ruiz (el sargento primero Rufino Ruiz), ya fallecido --aclara el militar--, lo habíamos perdido en la bajada y lo encontramos sentado frente a una piedra grande. El tipo estaba hablando y discutiendo como un loco. Aparicio se le acercó y le preguntó qué le pasaba. ?Dejame --le contestó señalando la roca--, que estoy discutiendo con este indio´.
La ascensión, entonces, tuvo dos etapas bien definidas. El 3 de febrero se dejaron en la cima los bustos y el pararrayos, y el 6, en el segundo escalón (en el que subía López), se armaron los bustos y se emprendió la bajada, tanto o más riesgosa que la ascensión. Cumplida finalmente la misión, mientras sus compañeros permanecieron en Mendoza, Andrés López regresó a sus funciones en la residencia presidencial.
"El general me recibió en el chalet --recuerda-- y me dijo: ?Cuénteme´. Estaba muy contento, se había enterado de nuestro éxito por los diarios que seguían nuestra expedición. ?Bueno López --concluyó Perón--, dígale a los muchachos que les agradezco mucho y que después de que termine el Festival de Cine de Mar del Plata los voy a recibir."
Así ocurriría. Perón recibió a los andinistas en presencia de los generales José Domingo Molina, José Manuel de Olano, Juan José Valle y Franklin Lucero. En la ocasión, en la que el mandatario estuvo muy contento --según el testigo-- y conversó cordialmente con los suboficiales, López no desperdició la oportunidad para referirse al caso del sargento primero Zárate, que estaba con prisión preventiva. Zárate solucionó su problema pero, por hablar en una reunión oficial del tema, el custodio recibiría un arresto en su legajo (que no sería de cumplimiento efectivo, eso sí).

"PERO HIJO..."

"Años después, estando con Perón en el exilio en Venezuela --aclara--, le conté lo de mi sanción al general y éste me preguntó: ?Pero hijo, cómo no me dijo nada´. ?El calavera no chilla --le contesté--. A mí sólo me importaba defender a Zárate.´"
Otra gestión de López, tras el encuentro de los escaladores con el presidente, permitió que estos permanecieran una semana en Buenos Aires, paseando por los lugares más típicos y atrayentes de la ciudad.
Para quienes piensen que semejante expedición, en la que militares argentinos arriesgaron sus vidas para colocar en la cima de una de las cumbres de los Andes los bustos mencionados, sólo era explicable en el clima de acalorado fervor partidario de las postrimerías del régimen peronista, habría que señalar que, tras la Revolución Libertadora, precisamente en 1956, otra expedición similar desafió nuevamente los rigores de la temible cima cordillerana para desmontar las esculturas partidarias, de las que, por supuesto, no se volvió a tener mención alguna.
Mucho tiempo después, ya con Perón de regreso a la Argentina y al poder, en 1973, Andrés López sugirió al líder justicialista a través de un intermediario la idea de volver a organizar a un grupo de andinistas (jóvenes suboficiales reclutados en Mendoza) para colocar nuevamente otro busto suyo en la cima del Aconcagua. En esa ocasión, la negativa de Perón fue terminante: "Dígale a Lopecito que está loco. Ya está viejo, cachuzo, que se deje de joder".
A pesar de tan categórica negativa, el decidido e incorregible suboficial retirado emprendió nuevamente el camino a Mendoza, tratando de convencer de la idea a los remisos jovenes suboficiales estacionados en Puente del Inca, que no demostraron demasiado interés por el tema.
Claro que esos eran tiempos de otras lealtades y otros fanatismos. 
Por Ernesto Castrillón y Luis Casabal. Publicado en Diario "La Nación", 25 de enero de 2004.


jueves, junio 26, 2014

26 de junio de 1970: falleció “el poeta depuesto” Leopoldo Marechal.

“Un sabor eterno se nos ha prometido, y el alma lo recuerda” (Leopoldo Marechal).

Leopoldo Marechal nació en la ciudad de Buenos Aires, el 11 de junio de 1900 en el barrio porteño de Almagro.
Se destacó en casi todos los géneros literarios: poesía, ensayo, narrativa y teatro. Identificado claramente con el peronismo, habiendo ocupado importantes cargos dentro del gobierno de Juan Domingo  Perón cuando la Dirección General de Cultura se transforma en Secretaría Leopoldo Marechal queda a cargo de la Dirección de Ensenanza Artística y militando activamente en la resistencia peronista, Leopoldo Marechal después de 1955 su presencia fue proscrita y por lo tanto desterrada de los manuales de literatura y de las librerías. Se llamaba a si mismo “el poeta depuesto” y lo fundamentaba: “En nuestra fauna sumergida existen hoy el Gobernante Depuesto, el Militar Depuesto, el Cura Depuesto, el Juez Depuesto, el Profesor Depuesto y el Cirujano Depuesto. No quedó aquí ningún hijo de madre sin deponer. -¿Y usted qué lugar ocupa en esa fauna? –me preguntó Megafón chisporroteante de malicia. –Soy el Poeta Depuesto –le confesé modestamente”.
Haciendo una autocrítica del primero y segundo gobierno peronista decía: “Entre los errores del justicialismo en su primera encarnación, no pocos se redujeron a “exteriorizaciones irritantes” que se debieron y pudieron evitar. Su mayor error a mi juicio, fue el de haber realizado una revolución “a medias”: una revolución debe ser integral, porque, si se hace a medias, en la otra mitad no tocada subsisten anticuerpos que la derrotarán al final. Y lo comprobamos en 1955”.
Autor de "Días como flechas", "Heptamerón", "Cuaderno de navegación”, "Antígona Vélez", "Historia de la calle Corrientes", las novelas "El banquete de Severo Arcángelo", "Megafón o la guerra", "Adán Buenosayres" una obra que en su momento fue incomprendida, criticada y silenciada.
El 26 de junio de 1970 el escritor muere a causa de un síncope en su departamento de Rivadavia al 2300 en Capital Federal.

Yo vi la Patria en el amanecer
que abrían los reseros con la llave
mugiente de las tropas.
La vi en el mediodía tostado como un pan,
entre los domadores que soltaban y ataban
el nudo de la furia de sus potrillos.
La vi junto a los pozos del agua o del amor,
¡niña y trazando el orbe de sus juegos!

26 DE JUNIO DE 1891: NACE LA UNIÓN CÍVICA RADICAL.

Leandro N. Alem.
El orden conservador se consolida como modelo excluyente y oligárquico en el año 1886, cuando Juárez Celman accede al gobierno, confirmando la plena vigencia de un sistema político basado en el fraude y la exclusión política de la mayoría del pueblo. Como una lógica respuesta, luego de muchas reuniones, un grupo de  jóvenes de la ciudad de Buenos Aires, redactarán un Documento, en el cual,  afirman que ha llegado la "Hora de la Juventud".

En el Documento antes mencionado, se reafirma el compromiso de luchar por la vigencia de la autonomía municipal, la transparencia en los manejos de los recursos públicos y la vigencia de los derechos políticos de las grandes mayorías. En este sentido, los  jóvenes cívicos, convocarán a  un mitin que tendrá lugar en el "Jardín Florida", en la ciudad de  Buenos Aires, el día  1 de septiembre de1889.

A esta reunión de los demócratas  de la época, convocados bajo el principio de la plena vigencia de la república, asistirán unas 3.000 personas, y como invitado especial, Leandro Alem, quien se convertirá en el líder natural del emergente movimiento, cuyo corolario es la conformación de una nueva expresión política: la Unión Cívica de la Juventud. 

Una  nueva reunión tendrá lugar en la ciudad de Buenos Aires, esta vez, en el "Frontón de la Cancha de Pelota", En esta oportunidad, ofrecerá un  discurso Leandro Alem, y también hará uso de la palabra Bartolomé  Mitre. Finalizada la reunión cívica,  se realiza una manifestación por las calles de la ciudad de Buenos Aires, donde la multitud, reafirma los principios democráticos de la nueva formación política, la Unión Cívica.

Leandro Alem afirma que ha llegado el momento utilizar la “vía revolucionaria” con el fin de terminar con este régimen que oprime a todos, y se comienza a preparar una "Revolución". Ante esta decisión política,  se producen las primeras diferencias en el seno de la Unión Cívica. En tal sentido, tendrá lugar “La Revolución del Parque Artillería”, de 1890, y si bien, la revolución fue traicionada por los mitristas y como consecuencia vencida, Juárez Celman debe renunciar a la presidencia. 

Cuando Mitre retorna al país, se reúne con Roca y Pellegrini. En tal sentido, la Unión Cívica no tiene más razón de ser, y tienen lugar los hechos de su lógica división. Quienes sigan a Mitre, desconociendo el mandato de la Convención Nacional y aceptando el acuerdo que unos días antes habían concluido con Roca, para impulsar la formula  Mitre – Uriburu, quienes se aglutinan en la  Unión Cívica Nacional.

Mientras tanto,  Leandro Alem, que ha convocado al Comité Nacional, el cual presidía, un día 26 de junio de 1891, en la calle Cangallo 536, destacándose la presencia de Martín Yrigoyen, del Valle, Hipólito Yrigoyen, Marcelo T de Alvear, Barroetaveña, quienes junto a un nutrido grupo de dirigentes y militantes cívicos, ratificarán la línea principista del movimiento cívico, y además, serán los gestores del nacimiento de un nuevo partido político: la UNION CIVICA RADICAL.

Luego de las deliberaciones, el Comité Nacional hizo público un manifiesto que había sido redactado el 26 de junio denominado: “A los pueblos de la República”, Así nace la Unión Cívica Radical, que es un partido político, que luchará por lograr establecer los derechos políticos de las grandes mayorías excluidas de la participación política, y que enarbolará las banderas de "La causa de los desposeídos" de Leandro Alem y la idea  de "La reparación" de Hipólito Yrigoyen, adoptando además, dos principios que marcaran su lucha por la consecución del sufragio libre: la abstención y la revolución.

Se cumplen 122 años desde el nacimiento de la Unión Cívica Radical, un partido que de la mano de muchos dirigentes y militantes, hoy ha tomado el compromiso de devolverle el  rol histórico que le corresponde, fiel ha su historia, como un partido de alcance nacional, que hunde sus raíces en el pensamiento de Mayo y Caseros, como así también, por la consolidación de una República posible.  En tal sentido, el mejor homenaje que se le puede rendir a quienes hace 122 años pusieron los cimientos de esta herramienta política, es comprometernos a luchar por una verdadera renovación partidaria, que tenga en cuenta la democracia interna, el rol del afiliado y la renovación y promoción periódica de los cuadros dirigentes, como así también, que los mismos tengan una vocación de servicio a los intereses de nuestro país. De esta manera, todos quienes formen parte del radicalismo del siglo XXI, estarán dispuestos a emprender una lucha diaria, por la consolidación definitiva los valores republicanos, por la formación de ciudadanos libres, por afianzar la libertad y  por trabajar por consolidar la  igualdad. 
Autor: Prof. César Arrondo. Foro de Historiadores de la Unión Cívica Radical.

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Año: 2013.